Pasión por el sur

De cara al gran lago de Aysén, esta ciudad acoge a una de las expresiones gastronómicas más destacadas de la región y de la Patagonia chilena. Sencillez y contundencia es la clave.

Lo robusto de la casa, la antigüedad relativa de casa de colonos, su origen belga que aporta un toque
de exotismo. Sobre todo a quienes vienen desde el otro lado del mundo a visitarla. Todo aquello forma parte de su atractivo. Lo mismo que sus amplios espacios, terrazas que pueden contener hasta 300 personas, todas pendientes de un menú donde las carnes y los arroces llevan la delantera. Se enorgullecen de sus risottos, donde hongos de la zona como las morillas reinas. Pero también se ha convertido en estelar el Estofado belga, carne cocinada a la cerveza y cebolla durante pacientes
cuatro horas, acompañada de papas fritas en dos cocciones. Sencillo, contundente, apropiado a su rol de comedor de turismo y referente de una zona, que por estos días de verano goza de un microclima excepcional. Como para comer fuera, en la terraza, y disfrutar.