Un territorio entre dos panes

En el sur de la Isla Grande, un espacio para mostrar lo bueno del terruño, con una propuesta sencilla y contundente.

Una década de crecimiento, pese a los problemas pandémicos. Desde 2011 como un pequeño local y tres años más tarde se convierten en restaurante y alojamiento. Uno singular allá donde termina la carretera Panamericana. No se trata de un expendio de emparedados ni menús cualquiera, sino uno donde la mirada local pervive. Por eso tienen una huerta propia para sus vegetales, donde también crían aves y cerdos que nutren de carne fresca y trazable su propuesta. Hamburguesas, emparedados clásicos, forman parte de un segmento donde resalta el de la casa, un contundente combo de carne a elección (vacuno, cerdo o ave), queso, palta, tomate, lechuga, pepinillo, jamón, cebolla y huevo frito. Casi una pichanga entre dos panes, pero como las del sur. Existe un menú diario donde puede haber, según el día, pastas como Lasaña de jaibas o un Lechón asado con papas nativas. Lo que diga la jornada, lo que diga la casa. Ese es un sello que no cambia.