La conexión oriental

Enclavado en una casa antigua, en su interior se respira aire tailandés gracias a su cuidado diseño y a una cocina típica

Su locación en un patio interior con mucha plantas, agua y esculturas tailandesas llama a la tranquilidad y al disfrute de una carta tradicional y muy bien surtida. Si se parte por las entradas, se podría optar por el Saté Gai (brochetas de pechuga de pollo adobadas en especias tailandesas y cubiertas en salsa de curry y maní triturado), el Woon Thai Kung (bocados de camarones ecuatorianos con fideos de soya, todo aderezados con salsa de ají agridulce) o el Ceviche Phuket (pequeños trozos de atún con palta, mango, cebolla morada, jengibre, lemon grass, cilantro y menta, todo aderezado con un fresco dressing de limón sutil y oliva). En los platos principales está el clásico Pad Thai, además de Pad Woon Sean (fideos de soya salteados con huevo, cebolla morada, tomate, pepino y cebollín en salsa de soya, ajo asado y cilantro), o el Risotto Pad Thai (risotto preparado con leche de coco, champiñones, semillas de cilantro y curry rojo y amarillo). Y, además, una interesante 
oferta de currys, de sopas y cremas, y por supuesto, postres, como Black Passion Thai (bizcocho de cacao relleno de mousse de chocolate bitter y maracuyá). Interesante lista de vinos y de coctelería para cerrar el círculo de una oferta muy completa.