Agustín Huneeus Cox: El hombre que sabía demasiado

Perfil del empresario vitivinícola chileno.

Autor: Ana María Barahona

01 de Abril de 2019

Por Ana María Barahona A.

Foto Matt Wilson.

 

Cuando escribimos esta entrevista, Agustín Huneeus Cox (85 años) vive el peor momento de su vida. Su hijo y presidente de Huneeus Vitners, Agustín Francisco Huneeus fue acusado de sobornar a una universidad californiana para asegurar el ingreso de una de sus hijas. Sabemos que está desolado pero esta entrevista fue en un caluroso febrero santiaguino, a pocas horas de dejar Chile luego de dos meses de vacaciones en Zapallar.

Hunneus Cox había hecho ruido en los últimos años por haber vendido su 65% en Viña Veramonte que fundara en los albores de los noventa. Hoy está dedicado a la Fundación Huneeus con numerosas obras de filantropía, a navegar cada mañana la bahía de San Francisco solo, a leer mucho y escribir sus memorias… pero hoy Maucolén, el proyecto inmobiliario y vitícola con un puñado de socios en Casablanca lo ha vuelto a traer a la palestra.

-Cuando nos juntamos luego que vendiera Veramonte, usted me comentó que ese terreno solo quedaría para hacer un gran vino, usted habló de algo extraordinario. Y ahora aparece este proyecto inmobiliario…

No me gusta que lo llame así. Yo diría que es un desarrollo armónico vitivinícola-inmobiliario. Todo esto influido muy fuertemente porque no quiero que se pierdan algunos sectores de nuestras viñas que son realmente excepcionales.

Al irme de Veramonte, al estar liberado, yo sabía que quería hacer un último gran vino. Al principio le íbamos a poner Obituario pero parece que era muy dramático, ja ja ja, y transamos en el nombre Epílogo. Hicimos un vino que ya llevamos un par de años haciendo, una mezcla de merlot y syrah, un proyecto a largo plazo. Esto es parte del nuevo Maucolén.

-¿Por qué urbanizar con un proyecto tan grande Casablanca?

-Maucolén tiene 220 hectáreas de viñas, pero yo te diría que hay 130 que sería un crimen vitivinícola ponerle casas. Teniendo el ejemplo de Napa -que es exactamente lo mismo- teníamos que inventar un sistema de desarrollo urbano que quite presión, pero que no destruya la viña. Y eso es lo que este proyecto pretende liderar. En Chile no tenemos ese tipo de planificación.

-Es decir, ¿quiere evitar que suceda algo como lo de Peñalolén en Santiago?

Exacto, lo que sucedió ahí es brutal y claro, la ciudad necesita pulmones, no puede ser que todo esto sea un barrio hasta Valparaiso. Queremos ser selectivos a quién le vendemos esos sitios, por eso en una primera etapa estamos enviando invitaciones a gente que realmente aprecia la naturaleza, que quiere que su familia viva en un entorno agrícola.

-Pero finalmente es intervenir…

Rodrigo Soto tuvo mucho que ver con esto, porque cuando todavía estaba en Veramonte le propusimos ser socio de Maucolén y me dijo: yo no quiero ser parte de la subdivisión de esta propiedad. Así fue. Y para mi es fundamental que él haga Epílogo; ahora aceptó que la forma de proteger este pedazo de tierra es intervenirlo. Por eso me hice socio de Besoin, por esa frase.

-¿Huneeus Vitners no tiene nada que ver?, ¿no convenció a su hijo?

No, Huneeus no participa. Solo soy yo. Además para la sanidad familiar hay que mantener ciertas separaciones

-¿Por qué seguir en Casablanca además de tener la tierra? Casablanca no pareciera tener mucho foco en estos días…

¿Ah, sí? Creo que Casablanca es la mejor apelación fría de Chile, por lejos.

-¿Mejor que San Antonio?

Sí, Leyda tiene vinos muy buenos, pero es todo muy limitado, muy chico, no tiene forma de provocar algo impactante a nivel mundial. Y es solo sauvignon blanc…

-¿Quién ha sido realmente exitoso en Casablanca?, ¿quién está proyectando el valle?

Nosotros cuando partimos en Veramonte fuimos muy exitosos, después Morandé también tuvo un súper inicio. La evolución de una apelación toma mucho tiempo… cuando llegué a la viticultura californiana a inicios de los ochenta no había el reconocimiento que hay ahora. Pero también nos equivocamos, haría cosas distintas de las que hice hace 30 años en Casablanca.

-¿Qué haría distinto?

Me habría dedicado a buscar con Rafa Tirado zona, variedad, tipo. Pero cuando nos asociamos con Constellation ahí perdimos foco. Ahí Chile se transformó en un productor de vinos para el mundo a un precio determinado.

-Pero ustedes fueron muy exitosos vendiendo sauvignon blanc.

Claro, muy exitosos pero también fue nuestra perdición. El sauvignon blanc es un vinito rico, pero no es un gran vino. Y ese sí que es un problema para Casablanca. No es lo que le va a dar valor a una apelación.

-Tuvimos esta conversación con Pablo Morandé y la pelea que él quiso dar su momento por instalar una suerte de apelación para el espumante.

A mi me hubiera gustado desarrollar un estilo propio de chardonnay y ese es un gran vino. Me hubiera encantado desarrollar un estilo de merlot que es un maravilloso vino. Y ahora con el syrah estamos viendo cosas muy interesantes. Si Casablanca tiene ventajas comparativas respecto a otros valles con el sauvignon blanc fantástico, hay que buscarle otras, pero te aseguro que el espumante no es la respuesta.

-¿Por qué no?

El espumante es una moda en primer lugar, y por lo tanto creo que se va desvanecer tal como llegó. Creo además que no tiene características de terroir que lo hagan resaltar. Esa es la verdad.

-¿Por qué sigue en el vino?, ¿por qué ese lado romántico?

Porque la vida de cada uno de nosotros es una novela y por lo menos la mía quiero que termine con algo entretenido. No puede ser que el capítulo final de mi vida sea jugar golf. No. Me muero. Me siento afortunado y expectante porque no creo que haya dos personas como yo que hayan tenido la oportunidad de intervenir un lugar dos veces en su historia.

-Eso es orgullo…

Claro, obviamente es ego. Pero el ego y el altruismo van muy de la mano. Todo lo que hago de filantropía hasta qué punto es ego, no sé. Pero es lo que es. No visualizo no hacer estas cosas.

-Entonces también hay porfía…

Claro, porque de 10 personas que entran al vino, nueve caen en el camino y uno triunfa. Es muy duro este negocio. Mi hijo no quiso seguir el negocio en Chile y tampoco le interesó ser parte de la industria. Él es un tipo de negocios, de marketing, un MBA.

-¿Y se reconcilió con la idea que no sea igual a usted?

Un hijo nunca puede ser, esa es la verdad de las cosas. Los hijos han nacido en un ambiente en que la cosa ya anda, está avanzada. Y ven que la cosa seductora que tenemos los empresarios es un defecto de los padres, más que una virtud. Él es todo lo contrario.

-¿Cómo ve a Chile hoy ante el mundo?

Mi receta número 1 es exigir que cualquier persona hable del vino, pase por un examen riguroso de saber hablar, vestirse y comportarse. Tú mandas a toda esta gente que no conoce bien de lo que habla. Enólogos seductores que tenemos muy pocos. No sabemos bien el tema de la apelaciones. El sueño sería hacer un gran vino chileno y venderlo. Como lo que hicimos con Prisioner. Deberíamos estructurar una mezcla de cabernet con carmenère que nadie más puede hacer. Tener un vino y que sea estupendo.

-Y estos vinos patrimoniales, con identidad, con un relato, ¿no caben en esta fórmula?

Yo te pregunto a ti si los vinos país o cinsault tienen características de ser vinos mundiales. Partiste perdida. Las parras antiguas, todo eso solo les encanta a ustedes los periodistas. Tú para vender tienes que estar en categorías que al consumidor le gusten y los entienda.

-¿Y carignan?

No he probado un carignan chileno que yo diga este vino va a ganar una posición mundial. Le tengo mucho más fe a un chile orgánico/biodinámico que a uno patrimonial. La tontera de la marca en Chile no tiene sentido. Hay que educar al chileno que el vino lo determinó la variedad, el lugar y el enólogo.

-O sea tenemos Agustín Huneeus para rato…

Tenía el plan de dejar este mundo a los 85 años. Es mi idea. Es la incógnita entretenida. Estoy sano pero soy viejo. Uno debería tener la posibilidad de decidir su muerte.

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