Andrés Caballero: El Desembarco

Autor: Ana María Barahona

18 de Julio de 2023

En junio recién pasado, Andrés Caballero renunció a su cargo en Viña Santa Carolina. Los 50 años, ciertas liber- tades y un poco de hastío con el sistema lo llevaron a tomar una decisión radical y que aquí explica a todas luces.

Caballero ha trabajado en viñas de Australia, Chile (Montes) donde estuvo desde las plantaciones y construcción de la bodega en Apalta y Kaikén (Argentina). En 2005 llegó al grupo de Santa Carolina, primero a Casablanca, y desde el 2008 hasta mayo como gerente agrícola y de enología del grupo, dejando en el camino etiquetas como Luis Pereira, Dolmen o El Pacto.


-¿Por qué decide salir de Santa Carolina?

Primero me gustaría reconocer que todos estos años me dejan una tremenda experiencia. Se juntan varias cosas... estoy saliendo por la puerta ancha. Llevo casi 18 años y creo que hay ciclos que se cumplen. Acabo de cumplir 50 años y tengo ganas de hacer otras cosas y se juntó que el campo que tengo con mis socios ha crecido, son más de 300 hectáreas plantadas, 150 son de paltos, y requiere un 2.0. Y, bueno, mi cargo en Santa Carolina necesita una entrega absoluta. Así que decidí seguir con lo mío, aprovechar este impulso y hacer otras cosas que tengo en carpeta.

-¿Qué es lo que más valora de estos años en Carolina y qué lo hizo cuestionarse?
Muchas cosas. Desarrollo de proyectos, tuve mucha libertad, viajes técnicos, enológicos, y me encantó armar equipos, quienes me acompañaron estuvieron conmigo 16 años. Hubo cosas que no compartía, manejar los temas de las políticas empresariales enseñan, pero también desgastan... me empeza- ron a cansar los viajes comerciales y estar lejos de mi familia.

-Cuéntenos cómo ha crecido ese negocio agrícola donde uno de sus socios es su primo Aurelio Montes del Campo...
Sí, ha crecido mucho. Hoy tenemos tres campos en la zona de Lolol y si al principio le pagábamos a nuestros pocos trabajadores con nuestros sueldos, ellos llegaban en bicicleta y algunos a caballo, hoy es muy raro que alguien llegue caminando, entran todos en autos, furgones. Hoy son casi 200 personas en vendimia... es un orgullo entender que si nos va bien, ellos también deben percibir ese éxito en sus bolsillos.

-Profundicemos en la crisis o los caminos que quiere explorar en esta etapa de su vida...
No tengo miedo a la edad, fue más que nada decir: estoy llegando a los 50, qué quiero hacer y tenía la ventaja de poder elegir. Y quise hacer otra cosa, quiero estar con mi familia, quiero hacer vinos de otra manera, en otros lugares. Esa experiencia que recibí especialmente de mis años en Montes y Carolina me gustaría aplicarla de otra manera en el mundo del vino, agríco- la. Voy a seguir en el vino, pero no de la manera hasta ahora.

-¿Puede ser más específico?

Quiero cerrar lo mejor posible mi trabajo en Santa Ca- rolina. Todo esto es muy reciente, y obviamente hay proyectos que tengo en carpeta que no están com- pletamente cuajados y se pueden caer en el camino... No soy de los enólogos que cacarean proyectos antes que estén listos y consolidados.

-¿Le gustaría emplearse de nuevo en Chile o está buscando otros horizontes?
No, no me interesa. Sí, he estado en conversaciones de ver otras cosas, de apoyar ciertos proyectos. Estoy evaluando... estoy justo en el momento en que quiero elegir bien donde apuntar mis esfuerzos. Me gusta la idea de ver afuera, ya tengo un viaje programado para abrir la cabeza y salir de mi metro cuadrado. Desafiarme.

-¿Eso significa?

Significa que quiero hacer más vinos afuera. Me quiero reinventar enológicamente, ya me tocó una vez con Luis Pereira, salirme de Chile, quiero ir a buscar otras experiencias, hacer vinos en otros lugares donde quizás al principio no me sienta tan cómodo y tomar esa experiencia. Quiero experimentar... Respecto a las posibilidades en Chile, creo que he ganado conocimientos corporativos que me gustaría aplicar en otras viñas en Chile. Estoy pensando en lanzar algo como Yellow Tail, implementar un 2.0, un 3.0 en una viña en términos tecnológicos y agrícolas.

-Antes de esta entrevista me comentó que estaba cansado del status quo permanente del vino chileno. ¿Se puede explayar?
Hay un desafío como país en muchas cosas, no solo en el vino. Pasa en todos los negocios donde nuestro peso específico no es tan grande. Chile es importante entre los exportadores, pero al ver los números y dentro de la masa no lo es tanto. Hay potencial para vender mucho más, pero al mismo tiempo nuestro desafío es dejar este status quo. No más de lo mismo, brainstorming gigante, qué hacemos para adelante, tomar ejemplos de otras industrias... es cambiar la mirada del juego porque hacer más de lo mismo no tiene sentido.

-Pero usted ha sido parte del problema, del engranaje...

Claro, hay que tomar la experiencia. Uno de los países que más me gusta visitar es Japón porque te saca de tu zona de confort. El desafío es mirar las cosas de otra manera y enfrentar, proponer y saber mostrar, estas nuevas ideas. Buscar innovar con nuevas cosas. Transmitir mejor lo que estamos haciendo.

-¿Qué haría usted si pudiera tomar decisiones en el vino chileno?
Se ha hecho una buena pega, pero siento que todo eso no va a cambiar nuestro programa. Estamos manteniendo una línea: atendiendo a los periodistas, a los importadores. No veo nada que rompa el esquema, es decir, nada que cambie una carta de vinos, o de un restaurante importante, en un supermercado donde en muchos lugares hemos decrecido en la góndola. En mi opinión, somos más de lo mismo. Siendo más concreto, creo que hay que ponerse serios para estudiar los caminos a seguir, y creo que el vino por sí solo no basta. Es fundamental juntarse con otros gremios y salir a comunicar una suerte de nueva imagen de Chile con turismo, naturaleza que nos pueda ayudar a agrandar nuestra presencia en mercados importantes.

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