Atkin: Chile ya no es un Volvo

Entrevista al Master of Wine inglés

Autor: Alejandro Jiménez

19 de Febrero de 2019

FOTOGRAFÍA: SEBASTIÁN UTRERAS / PRODUCCIÓN: CLAUDIA MALUENDA.

Es imposible resumir el currículum vitae del inglés en un par de párrafos. Nos queda solo enumerar: wine writer de hace más de tres décadas, Master of Wine graduado con honores en 2001, ha desarrollado una carrera en las comunicaciones que incluye colaboraciones con medios como Harpers, Decanter, The World of Fine Wine, Gourmet Traveller Wine, The Drinks Business e Imbibe. Elabora sus interesantes Reports sobre los países que visita. Conoce bien Chile porque su primer periplo data de 1990. Hizo polémica hace algunos años porque señaló que los vinos chilenos eran como un automóvil Volvo: confiables pero aburridos. Hoy su mirada es más benévola en una conversación un par de horas antes de abandonar Chile, tras largas catas y visitas que involucran a más de un millar de etiquetas nacionales.

¿Recuerda lo que ocurría en el Chile vitivinícola de 1990?

-Cuando vine en 1990 había solo 11 bodegas que exportaban. Mi visita estaba terminada en una semana porque todo estaba en torno a Santiago, en el valle del Maipo y del Aconcagua. Casablanca casi no existía, menos Malleco y alrededores. Leyda tampoco.

¿Y le gustaba la calidad de los vinos?

-No tanto. En ese tiempo hablamos mucho del raulí, y no gustaba mucho que se criticara este gusto que había en los vinos por esa madera. También había muchísimo sauvignon vert o sauvignonasse. Los carmenères eran llamados merlots, así que la confusión no existía. Entonces, si miras en perspectiva, ha habido un cambio increíble.

¿Y enólogos?

-Me da la impresión que había varios enólogos alemanes. Por otra parte, personajes como Álvaro Espinoza recién estaban partiendo. Entonces, en 30 años creo que he tenido la suerte de vivir el desarrollo del vino chileno, con Volvo y todo.

¿Cuáles han sido los grandes cambios que observa?

Hay muchas más regiones. Históricamente el vino se había hecho en torno a Santiago, con un foco importante en Concepción también, pero no se hablaba de él. Hay sobre todo diversidad, lo que es fantástico.

¿En sus últimas visitas, qué ha visto que nos pueda ayudar a dejar de ser un Volvo?

Chile ya no es un Volvo. Para mí la cepa que tiene las posibilidad de hacer vinos de gran nivel en el mundo es el chardonnay. Es increíble cómo ha mejorado sobre todo en algunas zonas muy específicas como Limarí, Malleco, Aconcagua Costa, Casablanca un poco menos y Leyda.

¿Qué pasa con el chardonnay en el mundo?

-Muchos se han guiado por el ejemplo de la Borgoña, y hay que considerar que es mucho más fácil hacer un buen chardonnay que un buen pinot noir. Buenos chardonnays se hacen en varias partes del mundo.

¿Y el carmenère...? Sus opiniones anteriores no han sido muy positivas al respecto.

-He cambiado de opinión sobre el carmenère. Antes lo he encontrado un poco fome, ahora lo veo bastante bien, es una especie de carta de triunfo de la industria porque tiene mucho carácter. ¿Cuándo descubriste el sur más profundo? Fui a Maule en la década del 2000, a Cauquenes, que es más secano interior. Fui al Biobío en los tiempos de Córpora. A Itata fui hace unos cuatro años, a Osorno y este año fui a Chiloé por primera vez. Es muy impresionante ese viñedo de Viña Montes.

¿Cuál es su opinión?

-El sur lo veo muy bien, especialmente pensando en el cambio climático y la falta de agua. Es algo que me preocupa mucho en cuanto a los vinos en todo el mundo. Así que creo que el sur será fundamental en los próximos años en la producción de vinos.

Cómo crítico de vinos, ¿qué piensa cuando se le otorga 100 puntos a una etiqueta?

-Es una manera de ver de un crítico, de decir cuáles son los mejores vino para él. Para mí hay puntajes y puntajes porque depende del crítico que los da. Y hay críticos que dan puntajes más altos que otros. No tengo nada contra eso. Depende del consumidor quien debería mirar esos puntajes y ver si está de acuerdo o no. O sea, hay una mirada subjetiva... Somos seres humanos y por tanto tenemos gustos. Y los gustos de Luis Gutiérrez, de (James) Suckling, de (Patricio) Tapia o los tuyos no son iguales. Lo veo como una manera de formalizar el pensamiento y los gustos de cada uno. Ahora, entiendo que dar 100 puntos a un vino puede resultar ridículo, pero los que participamos en este juego en algún sentido sabemos lo que implica. Usamos los mismo estándares de puntajes, claro, eso es un poco culpa de Parker.

¿Cómo ve la tendencia de los vinos naturales, biológicos, o similares?

-Hay buenísimos vinos naturales en el mundo y algunos en Chile, pero hay otros asquerosos, terribles. Buenos enólogos pueden hacer buenos vinos sin sulfurosos ni otros añadidos, pero es muy difícil hacerlo sin tener ese conocimiento. A algunos le hace falta base científica para hacerlo bien.

Su informe sobre Chile 2020, que saldrá en marzo, ¿por dónde irá?

-Es muy positivo, especialmente con los chardonnays y los desarrollos de nuevas regiones, lo que está pasando con nuevos viñedos que están todavía bastante jóvenes como Alcohuaz, Talinay, los de Osorno, Paredones, Huasco.

¿Cómo ve el futuro?

-Estamos en un momento clave del vino chileno. Hay muchos jóvenes, muchos movimientos, como Chanchos Deslenguados, MOVI, Colchagua Singular, VIGNO...

¿Entonces ya dejamos de ser el Volvo?

-Hay de todo. Todavía hay Volvos, pero en todo el mundo los hay. Hay Ferraris, bicicletas, aviones, gente que anda a pie. Para mí esa diversidad es un punto muy positivo de los vinos chilenos. Tenemos suerte de estar viviendo en el momento más diverso del vino chileno.

¿Y los desafíos?

-Además del cambio climático, la imagen del vino chileno porque se vende demasiado barato. Es difícil vender más caro. La calidad media del vino chileno es una de las mejores del mundo, es muy raro que te decepciones. Pero son muy baratos comparativamente. Eso es bueno para los clientes, pero no para los productores que viven de eso.

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