CRÍTICA DE RESTAURANTE. La Dicha: formas y fondo

En su primera crítica para LA CAV Consuelo Goeppinger visita el restaurante creado por los banqueteros Francesca Margozzini y Pablo Bagnara. Para ella, comer en un evento es muy distinto a hacerlo en un restaurante con pretensiones.

Autor: Consuelo Goeppinger

29 de Octubre de 2019

Cuando una de las mejores banqueterías del país anuncia la apertura de un restaurante, las expectativas son altas. Más aún cuando quienes se aventuran por primera vez en la restauración son Francesca Margozzini y Pablo Bagnara; dupla famosa desde hace más de una década por sus eventos con puestas en escena cuidadas y platos originales de acento asiático y peruano. Abierto hace un par de meses en Vitacura, La Dicha es un espacio moderno y luminoso de más de 500 m2, que cuenta con una ambientación sorprendente, pocas veces vista en Santiago; protagonizada por plantas, lámparas de diseñador y mucho mármol.

A la hora de comer la cocina recoge influencias de Perú, Japón, Tailandia y España, entre otras; más de treinta recetas de técnicas y sabores tan distintos como un foie y un rollo vietnamita. Una carta ambiciosa que busca mantener el sello de los dueños de casa, pero que aún no parece lista para desarrollar a la perfección esa amplia gama de preparaciones.

Así, la experiencia tuvo momentos buenos y otros no tanto. El Crocante de Cochinillo Confitado ($ 14.000) llegó jugoso y de costra dorada junto a un sabroso puré de verduras y peras como contrapunto; al igual que un delicado Tiradito de Locos ($ 14.000) con láminas del molusco y palta, lactonesa de cilantro y una chalaquita de ají sin picor.

Menos suerte hubo con las Mollejitas a la Parrilla ($ 12.000), doradas con un toque de Jerez, que perdieron su sabor característico gracias a un excesivo intento por suavizarlas. Tampoco ayudó la presentación rústica ni el acompañamiento: un puré de hinojo de buen sabor, pero que llegó frío. Las Gyozas de Cerdo ($ 7.000), con exceso de aceite, incluyen una salsa unagi que, más allá del dulzor, no aportaba matices al conjunto. Totalmente prescindibles.

Está claro que la experiencia de comer sentado en un lugar, responde a códigos distintos que a los de un evento. Y en un local recién abierto, con servicio atento y dueños presentes un martes al almuerzo, aún hay detalles por pulir. Más allá de errores perfectibles, el problema va por un exceso de corrección en la cocina. Apostar demasiado a lo seguro sin dejar espacio para sorpresas, que es lo que uno espera de esta dupla. Y de paso marcar diferencias en la competitiva escena de Alonso de Córdova. Por ahora las formas superan al fondo.

De los vinos: el listado es conciso y tradicional. Lo más jugado son un par de etiquetas de Casa Marín y un pinot noir Las Pizarras de Errázuriz. Por la originalidad de la carta, se echan de menos proyectos independientes y mayor variedad de cepas como riesling, gewürztraminer y moscatel.

Dirección: Alonso de Córdova 4355, Local 202; Vitacura.
Teléfono: 228990031.
Consumo promedio: $ 35.000 p/p.
Web: www.ladicha.cl

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