CRÍTICA DE RESTAURANTES. La Picantería: con la imagen no alcanza

Un comedor con cartel, que se está quedando en eso solamente.

Autor: Carlos Reyes M.

06 de Enero de 2020

El día de nuestra visita, fue Mario Flores el pescador que llevó el fortuno, un ejemplar de 11 kilos de carne firme, entre blanca y rosada. Recorrió 465 kilómetros desde el Norte Chico, para llegar a la mesa convertido en un cebiche, de esos reparadores y aperuanados, curtido levemente por las sazones del ají rocoto, el apio y el limón. Los detalles de su captura y traslado abrillantan el currículum de una receta notable. 200 gramos de carne marina levemente sazonada al limón en ese caso, que puede prepararse de otras nueve maneras diferentes, según le parezca al cliente. Una promesa que en La Picantería se cumple, con algunas salvedades. La primera son los $ 18.000 que cuesta cada uno de esos deseos: como en todo ese barrio, por sentarse ahí se cobra un suculento peaje. Lo segundo, la mala compañía del plato: camote sobrecocido hasta el desmigaje y la piel del pescado hecha chicharrón, pero blandengue, elástica.

Un ejemplo de un almuerzo desprolijo, con demoras en el servicio habiendo tres garzones para cuatro o cinco mesas en hora de almuerzo. Destartalada además, porque una de ellas llegó con el segundo plato cuando aún no se terminaba el primero (¿lógica de picantería peruana?). Y ese segundo, un Pulpo grill ($ 15.000) servido sobre una causa sin mayor gracia en su sazón, contenía una secreta contradicción: un tentáculo blando y amable, junto a otro irresistible, pero por lo duro y elástico.

En la mesa vecina, un fotógrafo buscaba el ángulo perfecto para la imagen de un plato de un pescado entero -una de las especialidades de la casa-, mientras un par de cocineras maquillaban cada detalle del preparado. En la mesa de quien suscribe, la copa de vino (Casas del Bosque Gran Reserva pinot noir por $ 5.900) llegó casi al final del segundo plato. Al final, por cumplir y también con demora: un King Kong, capas de masa de alfajor, mermelada y un crocante de avellanas encima. Recontradulce y con un aire de chumbeque nortino. Porque claro, la cocina del connotado chef peruano Héctor Solís, el verdadero dueño de casa de este lugar, refiere al norte peruano desde donde viene este tipo de postres. Un comedor con cartel, que se está quedando en eso solamente.

De los vinos: carta acotada a un puñado de viñas más bien tradicionales. Hace falta un trabajo más puntilloso para ofrecer mayores matices. Vinos por copa desde $ 4.900.

Dirección: Alonso de Córdova 4355, Galería CV, Vitacura. Teléfono: 233233820. www.lapicantería.cl
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