El estallido pega fuerte en los restaurantes

Preocupación entre diversos locatarios y cocineros frente a las consecuencias económicas del reventón social que desde el 18 de octubre ha sacudido a la sociedad chilena.

Autor: Carlos Reyes M.

24 de Octubre de 2019

Recientemente había cerrado su horario de almuerzo, apostando a la cena y así reforzar su carácter vespertino gourmet. Sin embargo desde hace pocos días restaurante De Patio del chef Benjamín Nast, debió volver al mediodía en Vitacura y con un menú especial, azuzado por una realidad nacional insoslayable. El movimiento de protesta ha encendido el espíritu de millones de personas a lo largo del país, sumando a la vez problemas en muchos negocios, especialmente los gastronómicos. Las dificultades en el transporte de trabajadores y de insumos, sumado sobre todo a las restricciones horarias del toque de queda, han mermado el funcionamiento de locales repartidos por Santiago.

“Estamos ofreciendo una carta y la posibilidad de que hagas tu menú”, consigna Nast, en un barrio donde se mantiene la calma pero donde también cuesta hallar restaurantes llenos. Algo similar ocurre en sectores de alto flujo como es Parque Metropolitano; ahí funciona Divertimento Chileno, donde la baja sobre todo de turistas se ha hecho notar. “Estamos abierto sólo al almuerzo, mientras dure este toque de queda que es nefasto para la industria”, cuenta Michelle Sacco, parte de la familia fundadora del restaurante.

Los efectos de un proceso poderoso socialmente y a la vez confuso en lo político hasta el momento, tiene nerviosos a muchos de quienes integran el gremio gastronómico, extendido también al rubro del turismo en general.

“Los almuerzos han sido súper malos y no podemos abrir de noche. Tampoco tenemos espaldas financieras para aguantar mucho”, dice Carolina Bazán, que de consagrarse como la Mejor cocinera femenina en el último Latin America's 50 Best Restaurants 2019, ha pasado a ver cerrada la posibilidad de abrir Ambrosía Bistró hasta tarde, debiendo conformarse con un horario menguado. Al respecto y al igual que Benjamín Nast, se queja de publicaciones en redes sociales donde son atacados, “porque creen que ponemos en riesgo a nuestros trabajadores solo por el hecho de abrir”, asegura.

En algunos lugares, de momento, la situación es algo más calma como en Carrer Nou de Miguel Claro esquina Santa Isabel, en Providencia. “Abrimos solo en almuerzo más, turnando trabajadores por grupos, cerrando dos horas antes del toque. El abastecimiento es casi normal, porque la logística de ellos está más complicada”, dice Amalia Pesutic, una de sus socias. También se las ingenian para proveerse de insumos: “Acaba de pasar una señora en una camioneta vendiendo papas y se las compramos", y agrega: "Es necesario lo que sucede (en términos sociales), lo que pasa es que el futuro está color de hormiga el futuro porque no se están atacando los temas de fondo y ofrecen soluciones de parche".

El peso de la noche del toque de queda antaño transformó la bohemia chilena. Ahora con unos pocos días afecta sin duda y este jueves está anunciada una marcha por avenida Vicuña Mackenna en defensa del trabajo nocturno. La medida afecta directamente a lugares de alto flujo turístico como Patio Bellavista, donde funciona el vinobar Barrica 94. “Entre un 60 y 70% de las ventas es a esa hora; tenemos eventos cancelados y la mitad de la gente está sin trabajar. No se puede soportar cero venta. La destrucción del mundo de la noche se viene ruda y aguantaremos los que tengamos algo de espaldas y menos deudas”, asevera su propietaria Karen Milgram.

Si el cierre nocturno temporal afecta a los consolidados, a nuevos locales le asesta un golpe mayor, como asegura Raúl Yáñez, socio de Nkiru Bar y restaurante Olam, recientemente abiertos en Las Condes. “No llevábamos cinco días con el local abierto (Olam, instalado en Hotel Director) y pasa esto”, se lamenta. “Recuperarse tardará meses y tendremos que despedir gente, andar a media máquina; los turistas no volverán hasta un tiempo largo”. Cuenta que ha recibido ayuda del hotel para mantener la operación del nuevo comedor, “estoy en ese sentido en una situación privilegiada, pero creo que muchos de mis colegas van a quebrar, no van a durar una quincena”, comenta. Otro sitio nuevo, Comedor Común en el barrio Pedro de Valdivia Norte, tiene una visión similar: “Estamos viendo la forma de inyectar capital para seguir funcionando”, asegura su propietario Andrés Vallarino.

Ante una posible recuperación, en el corto y mediano plazo el panorama es sombrío según Michelle Sacco: “Creo que son muchos factores que, sumados, van a significar una crisis económica”, cree.

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