El perseguidor

Derek Mossman

Autor: Ana María Barahona

18 de Diciembre de 2018

Un esquiador canadiense. Un marketero top. Un productor de vinos que se ancló al sur junto a su señora enóloga, su socio enólogo y pasó en menos de una década a ser una de las voces más respe- tadas fuera del mainstream. Eso y probablemente mucho más es Derek Mossman, la cara más visible de Garage Wine Co, uno de los proyectos más exitosos y alabados de los pequeños productores. Luego de una década de tomarse en serio el hobby de hacer vino en el patio de su casa, de ser uno de los fundadores de MOVI y VIGNO, Derek todavía tiene mucho que decir.

-Su señora me comentó una vez que era el disidente cuando están probando.

No lo hago por ser disidente. Yo no veo cosas por criticar, lo que intento es que cuando hay un patrón, veo una oportunidad para hacer algo distinto. Si todos los buques van para allá, creo que hay espacio para que un buquecito busque por otro lado. Yo creo que pasa por un tema con la zona de confort. La oportunidad que eso genera. Ser chico, y esa es la primera gran aclaración, no significa ser bueno. Hay muchos, y no voy a decir nombres que marcan el paso, que no suman. Tú no puedes hacer vino a control remoto. Tienes que hacerlo tú. Estar ahí, tomar decisiones.

-¿Por qué cuesta tomar esas oportunidades o verlas?

Quizá al principio provoqué más suspicacias, porque no podía entender que no existiera una mirada más rebelde. Por mentalidad en Chile, el hermano mayor, el líder en este caso es siempre más conservador.

-Cuando empezó a meterse con el bichito del vino ¿notó que no había mucha conexión entre el productor, el líquido con su origen?

No, yo siempre vi un tremendo potencial solo que me preguntaba porqué no pueden sacar un jugo con más personalidad. Y eso era una verdad para casi todos los productos que salían con la marca Chile. Por qué no hacer algo más diferenciable. Era claramente una mala copia. Esto ha sido un viaje de tres personalidades que se complementan. Yo soy el mochilero, el perseguidor. El mirar un poco más allá.

-¿Cuáles son los clientes que le interesan hoy?

Siempre he estado muy orgulloso de estar en algunos lugares de Nueva York o Londres, pero por ejemplo este año nos ha ido súper bien en Suecia que es un mercado que viaja mucho y que ha visto nuestras botellas en lugares más cosmopolitas. Y además les gusta nuestro carignan no solo por la variedad, sino también porque lo hacemos junto al pequeño productor y su caballo.

-¿O sea una buena historia detrás todavía sirve para vender?

Claro, pero si el vino no es bueno no hay historia que valga. Uno tiene que ser consecuente con la historia.

- Ya lleva más de 10 años trabajando con los pequeños productores del sur ¿Qué le han enseñado?

Hay un elemento de sabiduría de esos viejos, que no es fácil meter en el vino pero que vale la pena hacerlo. Y eso creo que es la contribución que Garage puede hacer más factible que otras empresas, porque pusimos importancia en la cosa.

-¿Fue consciente visibilizarlo?

En un momento sí fue consciente decidir no comprar a un pro- ductor muy grande porque nos ofreció la hilera, y pensé qué valor tiene eso si voy a ser el más chico pero tampoco pensamos trabajar con tan chiquititos ja ja. No tenían papeles, no sabían que tenían cariñena.

-Cuando habla de sabiduría, ¿a qué se refiere?

Caminar por el campo con ellos es un tremendo aprendizaje. Es gente que tiene cariño por su comunidad, que saben mucho con solo mirar la planta, que logran mirar el vino como un verdadero aporte social y económico a los suyos. Ellos me ayudan a hacer mejor vino.

-Cuando partió MOVI fue muy duro. Tuviste hartas diferencias con Wines of Chile...

Ellos en ese tiempo creían que tenían un derecho, un sentido de superioridad. Lo que no se daban cuenta en ese tiempo es que la torta creció y MOVI, VIGNO, Chanchos son responsables de eso. Finalmente un espacio complementario, el lado que trajo interés sobre Chile. La torta finalmente no disminuyó, creció y estoy seguro

que todos vendieron más. Todos los barcos suben con la marea.

-Pero digamos que el ego ha golpeado a los chicos.

Yo no conozco bien eso. Yo me quedo con gente como Andrés Sánchez o Marcelo Retamal que hace muchos años, antes de la época de Garage, siempre tuvieron tiempo y conocimiento para compartir. Ellos y otros disfrutan de nuestro éxito y eso es genial.

-¿Cómo recibe las críticas a la “masividad” de MOVI?

Si se podría tomar el 50% del esfuerzo que se ha dedicado a criticar a MOVI y reinvertirlo en contribuir hacia un Chile vitivinícola, estoy seguro que estaríamos hoy en un lugar de mayor avance.

-Pero hay algunos fundadores que ya no se ven tanto, como usted.

Yo creo que hoy MOVI busca su camino...quizá los que partimos, algunos nos sentimos menos identificados pero es una fuerza para bien. Nuestra atención ahora está en otras cosas...yo estoy ahora en el sur. Me identifico con el secano interior.

Lo que quiero decir es que no me interesa planificar cómo llegar al barrio alto en Chile, sí hacer la conexión de los productores del sur con mis vinos y llegar a Dinamarca, por ejemplo. Estoy viejo, tengo que definir mis desafíos ya.

-¿Entonces?

Más que perder interés, a través de Corfo han hecho crecer la idea que hacer vino chiquitito es aplicable a muchas más gente. De don- de yo vengo, el trabajo es noble. No entiendo el afán que pueden tener algunos por criticar MOVI.

Me gusta la idea que construimos algo donde no había. Pero tam- bién es cierto que hoy son muchos vinos, muy distintos y si antes fui capaz de presentarlos como los míos, hoy no tengo esa cercanía. Y está bien que otros tomen la batuta.

-¿Cuál es su desafío para lo que viene?

Me encantaría hacer consultorías. Mi desafío es trabajar en viñas que son diamantes en bruto, que la siguiente generación de esos productores no sueñen con ser gendarmes de la cárcel sino que quieran seguir traspasando la sabiduría de su abuelo, de su padre. Si no cuidamos esa tradición, esa cultura, estamos perdiendo un sabor regional y no es solo por razones altruistas. Si puedo ganarme la vida así, pucha me siento súper feliz.

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