Felipe Müller: una cabeza y dos sombreros

Autor: Alejandro Jiménez

10 de Julio de 2020

FOTOGRAFÍA: SEBASTIÁN UTRERAS. PRODUCCIÓN: CLAUDIA MALUENDA

Llegó a la Agronomía como muchos otros: quería estar lejos de una oficina, más conectado con el aire libre, así que fue una elección por descarte. Y también como otros se encantó cuando enfrentó la especialización en enología. Le gustaba el vino, eso sí. Desde joven, mientras los demás tomaban pisco o cerveza, él tomaba vino. Hoy es uno de los pocos enólogos que son a la vez gerentes generales, dos mundos bajo una sola mano para dirigir una viña entretenida: Tabalí.

¿Cómo partiste profesionalmente?
Hice una práctica en De Martino, y me quedé trabajando hasta fines del 2006 con Marcelo Retamal y con los asesores de entonces, Aurelio Montes y Adriana Cerda, un equipo muy choro; fue una escuela muy importante para mí.

Pero partiste a Tabalí en 2006...
En esa época había mucho movimiento a nivel de enólogos; había dicho varias veces que no a diferentes viñas, hasta que apareció Tabalí que era un proyecto que no conocía mucho, pero me interesó por Limarí donde habíamos obtenido buenos chardonnay en De Martino, y porque había muchas cosas que hacer y que mejorar.

Y allí conociste a Guillermo Luksic...
Me lo presentaron dentro del proceso de cambio que hicieron en los equipos. Lo que más me atrajo fue el espíritu de Guillermo respecto de lo que él quería para Tabalí, un dueño con ganas, con la película bastante clara. Y creí que podíamos hacer una buena combinación.

¿Cuáles son las influencias más importantes que tuviste en tu desarrollo?
Uno va pasando por etapas y por estilos. Hoy valoro mucho los vinos que hablan de lugares específicos. Claramente, “Reta” (Marcelo Retamal) fue mi mentor enológicamente hablando, especialmente en la búsqueda de lugares y en la incansable forma de reinventarse. Hoy hay otros enólogos cuyos vinos me gustan: Roberto Henríquez, Francisco Baettig, Marcelo Papa que es un tremendo enólogo a cargo de un buque gigantesco, Michel Friou, Rodrigo Soto. Aurelio Montes que armó un gran proyecto...

Bueno, en tú caso eres además gerente general de Tabalí, algo inusual, pero que de da una visión diferente.
Uno como enólogo generalmente reclama contra los comerciales, pero cuando uno está con los dos sombreros se da cuenta que no es tan fácil como cuando uno lo mira desde la vereda del frente. Este negocio se ha convertido en uno de distribución, lamentablemente. No pasa solo por la calidad del vino. Esta es una industria extremadamente compleja porque necesitas invertir mucho dinero. Y además, hay mucha competencia. Cierto. Piensa además que en el segmento de 15 dólares hacia arriba ya te empieza afectar la imagen país, que lamentablemente en esta industria se construyó mal, como vinos buenos, bonitos y baratos. Eso fue un error.

¿Cuál será la causa de eso?
No lo sé... pero siento que algunos chilenos tienen una mentalidad algo depredadora, produce commodities y no le pone valor agregado. Siendo los italianos y los franceses todo lo contrario. También es un tema cultural: la gente en Chile no toma mucho vino, no sabe mucho; es un caso bien atípico. No tenemos una mirada de largo plazo, tenemos poca historia y más encima renegamos de nuestro pasado. Eso se refleja en la personalidad de Chile no solo en el negocio del vino.

¿Cómo salimos de ese paradigma?
Chile está empezando a transitar hacia hacer vinos de gran calidad; nos falta mucho, especialmente en tener mayor honestidad en la procedencia del vino. También siento que hay viñas que hacen de todo un poco porque somos medio copiones, cuando se pone de moda Itata todos parten para allá. La honestidad en todo sentido es muy valorable. Creo que lo importante en los proyectos bien hechos es saber que los beneficios llegan en el largo plazo y, por tanto, es un negocio para aquellos a quienes de verdad les gusta el producto.

¿Cómo se transita hacia un cambio?
Yo soy un férreo defensor de las Denominaciones de Origen, que se respeten, de las producciones de lugares específicos. A mí las mezclas... esta gran bolsa de gatos no me parece bien porque termina matando a todos. En una industria tienen que existir los productos de entrada y también los de alta gama; lo importante es trabajar en forma seria. La lata son los piratas que hacen entradas y salidas, y venden cosas que no son. La industria debiera castigarlo.

¿Cuáles son los grandes desafíos de Tabalí?
El año pasado lanzamos varios vinos nuevos, además del proyecto de Tatié con los franceses. Tenemos un par de vinos más que lanzar, pero lo más importante es consolidar lo que tenemos, que es un portafolio bastante amplio. Como compañía es una marca bien chora, construida a través de sus vinos, que tenemos que llevar a un nivel de mayor conocimiento a nivel internacional. Nuestro sueño primero con Guillermo y ahora con Nicolás (Luksic) fue poner en el concierto mundial a Limarí como un buen lugar para ciertos cepajes. Lo que ha pasado es que en el Limarí estamos desde Talinay en la costa hasta río Hurtado a 1.600 m.s.n.m.

¿Y cuál es el desafío de Chile?
El gran desafío es salir del bueno, bonito y barato. Va a tomar mucho tiempo. Pero hay muchas cosas pasando. Elqui, Limarí, el proyecto Vigno, Itata son algunos ejemplos. Muchos enólogos haciendo sus propios vinos. Pero es fundamental que los mercados internacionales entiendan que Chile puede tener una muy buena competitividad en los niveles más altos de precios y que no nos discriminen por nuestros propios errores. Chile debe agregar valor, subir el nivel, en todos los ámbitos del vino.

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