Jardín Secreto: abundancia y agonía

Un lugar correcto, eficiente, simple, pensado en un público recién iniciado en la comida fuera de casa en avenida Alonso de Córdova. A gusto además, de quienes por el motivo que sea, se inclinan a preservar un negocio por sobre un nombre que marcó época.

Autor: Carlos Reyes M.

03 de Febrero de 2020

Para quienes conocieron los momentos en que Europeo hizo ruido como uno de los mejores restaurantes de Chile, aparecer por Jardín Secreto quizá redunde en una sorpresa agridulce. Son demasiados los recuerdos acumulados durante dos décadas de cocinas elegantes, a ratos creativas según el chef a cargo, licuados a través de un pragmatismo abrumador. El concepto existía desde antes, 2017 para ser más precisos, como el spin off carretero y más simple, que apuntalaba un restaurante señorial que cada vez encajaba menos con el barrio. También con las cuentas de los herederos de la marca, tras el estratégico retiro de su fundador Carlos Meyer.

Ahora con el inicio de la nueva década el comedor informal se hizo con casi todo el espacio ¿Esta transformación es consecuencia del estallido social? “La verdad no, la decisión estaba tomada desde antes” dice Francisco Mandiola, chef y cara visible de un grupo de socios compuesto por Max, Juan Pablo y Domingo Raide; más Pablo Maestri, Diego Schuler y Walter Oliva. Todos optaron por obviar historia y trayectoria, enfocándose hoy un bar, ni más ni menos. Les acomoda el entorno pensado para sortear el actual ambiente de Alonso de Córdova, donde los fulgores de la cocina creativa se ven opacados por la necesidad de pagar cuentas. Sobre todo arriendos que presionan al alza los precios de las cartas. También a las voluntades culinarias.

La carta suma tártaros, pizzas, rolls, ensaladas y un menú diario ($ 6.990 y $ 9.900). Además de pescados con papas fritas, cortes de entraña a la parrilla y unos langostinos magallánicos más que llamativos ($ 14.500). Hay sabor en el Tártaro Veggie ($ 7.900) con betarraga, palta, sésamo, semilla de maravilla, bien unido en torno al dulzor del producto base; Hay texturas interesantes en la versión Camarón ($ 7.900); Es en la parte sushi donde se insinúan toques gourmet; en el sabor de un Rollo de ventresca de salmón coronada por un cremoso erizo del norte. En otro rollo de salmón con arroz y ostión, con un toque de huevo de pescado y ají; o en otro que no lleva granos sino palta y pescado fresco y centolla. Las pizzas funcionan por el lado de lo clásico y con una masa delgada que, aunque quemada en su base el día de la visita, supo denotar una mayor vocación por la cocina que otros sitios vecinos, más ramplones, como los que venden masas en el cercano paseo El Mañío. Una zona a decir de los dueños de Jardín Secreto, de competencia directa.

Un lugar correcto, eficiente, pensado en un público recién iniciado en la comida fuera de casa. A gusto además, de quienes por el motivo que sea, inclinan la balanza del negocio culinario hacia la ganancia por sobre un nombre que marcó época ¿Exceso de nostalgia por parte de quien suscribe? Más bien curiosidad. Es natural que los restaurantes crezcan, se desarrollen y mueran. Lo llamativo en este caso es que perdure el nombre Europeo; que no muera del todo y esperen abrirlo en marzo próximo, como un espacio reservado para cenas de lunes a viernes. No es necesario relegar ese nombre al fondo de la propiedad, no ser que exista algún impedimento contractual al respecto. Suena como el abuelo que yace postrado en la pieza escondida de la casa, mientras en el living la fiesta sigue. Un pedazo de la historia de comer santiaguino de inicios de este siglo no merece tanta agonía.

Alonso de Córdova 2417, Vitacura. Tel. 222083603.

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