La movida italiana de Estampa

Autor: Alejandro Jiménez

21 de Marzo de 2019

La historia de los cepajes italianos de viña Estampa tiene más de una década, de la mano de su antiguo enólogo Ricardo Baettig (hoy en viña Morandé), quien insistió en traer a Chile algunos cepajes de la península itálica, donde el profesional había trabajado previamente. Los primeros intentos en el 2008, según recuerda el propietario de Estampa Miguel González, fallaron por diferentes problemas administrativos del Servicio Agrícola y Ganadero. Cuando se logró, tras años de cuarentenas, poder plantar los cepajes en los campos colchagüinos de Estampa, Baettig ya había emigrado de la bodega, por lo que este proyecto lo tuvo que desarrollar su nueva enóloga Johana Pereira junto al asesor italiano Attilio Pagli.

Johana Pereira y Attilio Pagli.Una década después de la historia, los enólogos han logrado embotellar dos vinos de los cepajes italianos plantados en Marchigüe, que llegaron a 17, incluyendo dos clones de carmenère. Se trata de un sangiovese 2017 que muestra intensas notas frutales en combinación con madurez y tonos ahumados, que hacen pensar en un paso por madera, inexistente en este ejemplar. Una de las explicaciones es que el leve y suave ahumado se debe a las influencias del incendio que afectó a la zona aquel año. Para Pagli, que viene de la Toscana, patria del sangiovese, se trata de un vino interesante. El enólogo ha repetido varias veces que no pretenden hacer un sangiovese italiano en Chile, sino que un sangiovese de Marchigüe. Sin embargo, reconoce características frutales y de textura de taninos, además de acidez, que lo emparentan con el clásico de la Toscana. "Y creo que será un vino que uno podrá tomar en 10 años más sin ninguna dificultad".

Una segunda etiqueta, esta vez de cepajes blancos, es la mezcla -inusual en Italia- de las variedades greco, fiano y vermentino. El greco blanco -hay una versión tinta- de probable origen griego como su nombre lo señala, es conocida en la Campania por su denominación de origen Greco di Tufo, que se creó recién en 2003. La ciudad de Tufo debe su nombre a sus suelos de roca volcánica (tufo o toba), que influye sustancialmente en las carcaterísticas de sus vinos. En la misma zona de la Campania se desarrolla el fiano de Avellino, también presente en la isla de Sicilia, con una larga historia en el sur de Italia, tanta que se cree que fue la base del vino ancestral romano Apianum.

La vermentino, de su parte, es cultivada ampliamente en las regiones italianas de Cerdeña, Liguria (donde se la conoce como pigato) y el Piamonte (con el nombre de favorita). En menor cantidad está presente en la Toscana. Incluso se encuentra en las regiones francesas de Córcega, Languedoc-Rosellón​ y la Provenza.

Pagli aclara que estos cepajes blancos raramente llegan a mezclarse en Italia, pero que acá en Estampa han optado por experimentar con ellas con una cofermentación debido a las pocas cantidades de uvas que han cosechado hasta ahora, pero que esperan ampliar en el futuro. Con su mezcla 2018 ha logrado un vino inusual, que mezcla un lado más cítrico y ácido de la vermentino con los aromas más frutales y tropicales de la greco y la fiano.

Estos nuevos vinos, según explica la enóloga Johana Pereira serán incorporados a una línea denominada por ahora "Inspiración", que reunirá a las propuestas más experimentales de Estampa, que en los últimos años ha focalizado en su campo costero de Paredones, lanzando monovariatles, como sauvignon blanc y pinot noir. El valor de los nuevos vinos de "Inspiración" rondará los $ 15.000, pero aún están en proceso de diseño de etiquetas. Del sangiovese solo se elaboró un millar de botellas, y de la mezcla blanca solo 500.

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