Marcelo Papa "El Padrino"

17 de Enero de 2018

ENTREVISTA ANA MARÍA BARAHONA.

Marcelo Papa escucha, se pone serio. Pide disculpas. No puede evitar que varias lágrimas asomen por sus ojos de hombre de 50 años. Le acabo de contar que su famoso asesor Alberto Antonini lo describe así: “Es muy profundo. Pocos enólogos en el mundo con esa sensibilidad, ese talento”. Marcelo vuelve a secarse las lágrimas y apenas sonríe un poco avergonzado…
Siendo honestos con la historia, no es primera vez que vemos emocionado al flamante director técnico de Concha y Toro. Un hombre que suele contar de sus viajes en torno al vino, de los ñoquis que aprendió a hacer para tratar de emular los sabores de su infancia junto a su nona, de cómo conseguir el espresso perfecto. De cómo dejó el golf por su poca capacidad de tolerar la frustración… de lo orgulloso que está de dirigir técnicamente Concha y Toro.

-¿Por qué crees que te lo ofrecieron a ti?
Creo que por ser un enólogo a cargo de líneas importantes de la compañía y donde ha puesto mucho foco en los últimos años. Además, siempre he tenido alta exposición con la prensa, una de las caras más visibles
-Todos estos cargos tienen harto de exposición, de administrar. ¿Dejas de hacer vinos?
Creo que represento algo del espíritu que Eduardo (Guilisasti) quiere para esta nueva etapa. Profundizar nuestra vocación hacia los vinos premium, de alta calidad.
-¿Fue parte de tus prerrogativas no dejar la enología?
Sí, fue el punto número uno para mi. Es decir, parto desde ahí y hago el resto. Para mi es fundamental. Obviamente dejé el Casillero cabernet,
pero lo hemos trabajado con Marcio (Ramírez) toda la vida. Seguiremos viendo la mezcla, seguro, pero en el día día me voy a concentrar en Limarí y Maipo. Quiero seguir viajando, me encanta. Me interesa tener el
feedback directo de compradores, clientes, de periodistas. Es una súper
buena forma de entender cómo estamos.

-Es un perfil distinto a tus antecesores
Sí, estaré muy enfocado en los vinos, apoyando a la parte comercial, al márketing, viajando full y creo que esa es una dirección técnica lógica
con estos tiempos. No veo a Peter Gago de Penfolds haciendo tablas dinámicas de Excel para sacar un costo x. Y confiar… confiar 120% en la
gente que está porque son enólogos de primer nivel.
-¿Cómo se maneja esta triada de enólogos tan distintos como Enrique Tirado, Ignacio Recabarren y tú?
Hemos ido construyendo un respeto por el trabajo de cada uno. Tenemos diferencias en términos de estilos enológicos. En esa diversidad nos complementamos. Enrique es súper respetuoso, preciso en su trabajo, ultra detallista. Y yo miro eso, y digo que soy penca. En ese cuadrante
me ahogo. Necesito abarcar más posibilidades. Ignacio es un loco lindo, hay que poner mucho para construir una relación. Tiene un talento exquisito. La delicadeza. Es muy sanguíneo.
-¿Te toca defender mucho a Concha y Toro?
De pronto oyes una crítica, pero está lejos de ser la imagen del gigante que anda aplastando a los chicos. No he tenido que salir a defenderlo.
-¿E internamente?
Yo tengo la impresión que el grueso mira a Concha y Toro desde la admiración.
-Pero, en lo concreto, ¿cuál es tu análisis del manejo de Concha y Toro en relación con el pago de uva a los pequeños productores?
Siento que se nos carga el muerto a nosotros. ¿Dónde está nuestra falta? Nosotros los agrónomos visitamos viñedos, hacemos informes
técnicos, pedimos ciertas uvas y va un tipo del área comercial quien le ofrece un monto a ese productor y este acepta o no. Tan simple como eso. La ley de la oferta y la demanda. Nadie le pone una pistola en el pecho al otro.
-Entonces, para ti, ¿las críticas son injustas?
Sí, muy injustas. Un ejemplo reciente: vimos un potencial importante con cinsault y compramos casi 800 toneladas de esa uva a un precio tipo Casillero que es bastante más alto que el promedio. Con eso entró a Casillero Rosé y luego con este nuevo Marques cinsault que ganó la Mesa de Cata… es una forma de comercio justo, porque le damos un valor. Win win. Y no estamos limpiando ninguna imagen.
-¿Se puede emocionar y contar un relato desde una compañía como Concha y Toro?
Totalmente, ¿por qué no? El tema de las emociones no pasa por los tamaños. El que no se emociona en Concha y Toro no lo va a hacer en una viña chica tampoco. Si voy a hacer algo necesito que me inyecte adrenalina, que me entretenga. No concibo la vida de otra forma.
-Los famosos 100 puntos nos hacen preguntarnos si es hoy el éxito de un proyecto, de un vino, es acercarte lo más posible a ese Olimpo…
Lo que Chile está haciendo hoy es en un periodo de construcción de clásicos que todo país requiere y para eso es fundamental la historia. Que hoy Don Melchor saque tal o cual puntaje es porque ya hay 30 años de esfuerzos y mucho trabajo detrás. Y que has mostrado consistencia y que hay un lugar. Un sentido de origen. En eso creo. Y eso pasa en todo el mundo y Chile no es la excepción. Finalmente es construir. A Clos de Tart le da lo mismo que le den 100 puntos. A eso tenemos que apuntar, pero primero hay que construir.
-¿Qué vinos hay en tu cava?
Muuucho italiano Barolo, Barbaresco y Brunello… y Borgoña. En un estilo gordito, rico, bien hecho lo que hace Rodrigo (Soto) en Ritual, 10
puntos. Felipe (Müller) con Talinay me gusta mucho. Lo que hace Marcelo Retamal en Tinajas no es mi estilo y se lo he dicho, pero sí Limávida
o Rhu de Alcohuaz. De lo nuevo, Tinto de Rulo me gusta mucho.
-¿Tu desafío personal para los próximos 10 años?
Ayudar desde la compañía pero también desde el país vitícola a construir la categoría Chile.

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